Hace más de seis años, circunstancialmente, pasaba por una escuela que ni mi esposa sabía de su existencia (y eso que ella vivió a no menos de tres minutos durante más de veinte años). Quizá porque cambió de nombre: la Universidad de Cuautitlán Izcalli, Plantel Balcones. Por esas fechas en julio del 2002, -recuerdo bien- me animé a dejar mi cv, ya que andaba "desempleado" (después de cinco años de prestar mis servicios fui despedido porque hubo un cambio de dirección y fue el director quien decidió qué maestro seguía y cuál no. Como criterio tomó la relación de qué maestros habían cursado diplomados y talleres de formación docente - sí, yo no estaba- . No, no fuí participante: no estaba en esa lista; ya que, curiosamente, yo daba esos cursos y los diplomados...
Primer acto: El sociólogo. Fue el profesor Rodolfo quien me recibió y accedió a contemplarme para el siguiente cuatrimestre - no imaginé que esa charla fuera la primera de muchas, que compartí con él... recuerdo que le dió gusto saber que era sociólogo, me dijo que él era el único en esa universidad con esa profesión y sería una satisfacción contar conmigo. Semanas después realicé mi clase muestra y poco después estaba impartiendo clases.
Segundo acto: El jefe. Después de trabajar meses, entre semana por las tardes, (y agarrándole cariño a la universidad), en un fin de cuatrimestre fue el profesor Rodolfo que me dijo que las licenciaturas se cambiaban para el sábado y que por el momento no estaba contemplado, -ya calentito- sentí enojo, después entendí que no era su culpa y pues así eran las cosas... días después volví a ser contemplado para la modalidad sabatina.
Tercer acto: El antropólogo. Cómo olvidar nuestra ofrenda de muertos en la universidad. Me permitió conocer a mis alumnas e iniciar una bonita amistad con ellas: Paulina, Sharon y Evelyn; recuerdo todas las facilidades desde su creación hasta la exhibición por parte del profesor: hubieron talleres, conferencias, danzas, recuerdo que ese viernes salímos de la escuela mis alumnas y yo cerca de las once de la noche... el año pasado, fue sobre Xochimilco- lo cual fue una sorpresa para mí su decisión.
Cuarto acto: El ser humano. Nuestro primer viaje pedagógico: En una charla sui generis (era un examen profesional) le dije a la profesora Sara que había visto la convocatoria del encuentro nacional de estudiantes de pedagogía y que sería interesante asistir... Ese viaje me permitió conocer al ser humano, -jamás olvidaré la imagen de él y mi pequeña hija Sara (de escasos meses) subida en sus hombros caminando en la ciudad de Oaxaca.
Quinto acto: El estudiante. El día que me pidió que fuera su sinodal para su examen profesional de su segunda licenciatura: Pedagogía. Ahí conocí al estudiante (un poco terco -lo comprendo- en no dejar el discurso sociológico). Después tuve la oportunidad de tenerlo como alumno en la Maestría de Ciencias de la Educación.
Sexto acto: El lector. He de confesar que una de mis debilidades han sido los libros y al parecer pude contagiarlo e invitarlo a organizar una "excursión" a la feria del palacio de Minería; la primera vez lo logramos con el posgrado de ciencias de la Educación: recuerdo que terminamos cenando en los azulejos. La segunda vez (este año) nos fuimos en camiones rentados... se imaginan, y todo para ver sólo libros.
Séptimo acto: El pedagogo. ¿quién no se acuerda del primer congreso regional de pedagogía? La asistencia fue de más de quinientas personas... talleres, feria de libro, conferencias magistrales, ponencias; cómo olvidar la presencia de la Dra. Tere Garduño (SEP) o del Dr. Eduardo Primero (UPN). y todos lo eventos que ha permitido realizar en la universidad.. otra confesión personal fue que a nivel nacional, nuestra universidad fue la primera en conocer el programa Enciclomedia.
Octavo acto: El amigo. Sí, el octavo acto no termina, creo, que apenas empieza, (para muchos de nosotros).
El mundo está lleno de ideas, pero se requiere para avanzar llevarlas a la práctica ... y eso, en nuestra universidad, fue gracias al profr. Rodolfo.
A manera de un sencillo homenaje, quiero utilizar esta entrada del blog -ya que fue el cómplice para darle vida a este proyecto-, para agradecerle al profesor Rodolfo Cruz Vargas, la oportunidad de conocerlo tanto en las buenas como en las malas. Mi admiración a una persona que logró llevar a buen camino nuestra Universidad. Y desearle éxito en sus futuros proyectos personales, académicos y profesionales.
Gracias mil.